24 de febrero de 2009

¡Bienvenidas todas!

No sé tú... porque a mi me da la gana
Mikely Mera


He visto a muchos hombres tratar a las mujeres como si fueran objetos. Y a muchas mujeres creer que son objetos.

Desde que nacen a las mujeres se les enseña a ser objetos: Las ponen encima del buró como si fueran medicinas para el marido, para enseñarles a estar siempre al pendiente del hombre. Desde antes de nacer ya les están diciendo cómo han de ser: -mejor que sea una mujercita porque así te ayuda en la casa- le dicen a la madre... –hay que lindo vestidito, de colores suaves toda la ropita. Y que aprenda a comportarse, a estar calladita, a hablar sólo cuando le preguntan algo, a llorar, a cuidar a los demás, a olvidarse de que ella misma existe porque tiene que convertirse en objeto de adorno encima del refrigerador.

Así nacen y así se crían. Sobre todo, que aprendan a no expresar lo que les enoja, es más, que ni se enojen porque eso no es femenino. Hay que aprender a ser femeninas. A torturarse los pies y la espalda, y todo el cuerpo cuando ya crecen, a que traten de cambiarse la cara toda la vida, con colores que no son los de ellas, maquillajes para parecerse a otra cosa, menos a ellas mismas. A las mujeres se les enseña a no querer su propia imagen, a negarse a si mismas para ser siempre otra cosa: lo que se espera de ellas. Y quién les enseña si no sus propias madres. Y quien apoya este dicho? un sistema enterito, unos hombres que están bien cómodos arrellanados en sus ventajas, en sus privilegios, unas mujeres que se han creído el cuento, y a veces tu misma... o no?
Y luego viene toda la retahíla de justificaciones: vestida así me veo más bonita, con tacones me veo más alta, menos gorda, más blanca y etcétera. Hay que ser como las que salen en las revistas. Y todavía peor: A cada una se le enseña a construir su verdugo interior que todo el tiempo les está diciendo: ándale, ya baja de peso, ándale, ponte más rimel, no te veas tan inteligente, porque ser inteligente no es femenino. Y ni se te ocurra sudar, porque tampoco es femenino.

Nosotras mismas somos el verduguito, y muchas, ellas solitas, se flagelan y se están repitiendo todo el tiempo: Soy un objeto para el gusto de los demás, para cubrir las necesidades de los demás. Y se lo creen sólo porque así mismo vivió su mamá y su abuela y su bisabuela y todas sus tías y sus hermanas y no hay mujer que conozcan que no se encargue de repetirles la misma cantaleta: hay que ser mujercita, comportarse como mujercita. Y las que son diferentes, esas son unas putas. Lo he escuchado, las mujeres mismas se encargan de apagar toda posibilidad de renacer. Ellas mismas critican a sus compañeras de especie con frases cargadas de deslealtad y baja autoestima:
Esa está loca, es una puta
Esa esta menopáusica
Esa es una histérica
Esa está prieta y fea
Esa está muy flaca
Aquella como no tiene hijos, es como un árbol de aguacate, se le secó el corazón.

De primera mano, he escuchado a muchas mujeres decir cosas contra si mismas, sin darse cuenta siquiera de que están promoviendo su status de frasco de medicina en el buró. Muchas hay que permiten que les pongan burka. Y a veces hasta se ayudan, unas a otras, a ponerse la burka. Son ellas mismas la que le dan de comer a su verdugo interior para que siga vivo. Son ellas mismas las que se encargan de bajarle los humos de libertad a las que son diferentes, a las que están tratando de matar al verdugo.

Y yo no soy quién para decirte qué hacer, allá tú si sigues creyendo que ponerte tacones no es equivalente a vendarte los pies como las japonesas, hasta que se les gangrenan. Allá tu si crees que lo que ves en la revistas no son puras mentiras de mujeres muertas de hambre que ni menstrúan porque no tienen suficiente grasa en el cuerpo para tener esa función natural. Allá tu si sigues pensando que eres muy baja, o muy morena o que tus caderas son muy anchas o que tus ojos no son lo suficientemente bonitos. Allá tu si crees la mentira de que por ser mujer eres pendeja. Es mucho más fácil no ponerse a pensar porque, después de todo, es más cómodo pasar por tonta.
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Y me han dicho que decir todo esto es confrontar, que no necesitamos confrontaciones en el movimiento feminista, pero yo creo que si las necesitamos. Tenemos que darnos cuenta de nuestra contribución al status quo, de nuestro grano de arena para el sistema de patriarcas. Mandarnos callar entre nosotras es reproducirlo, no escuchar y calificar de tonterías y primitivismos nuestros propios pensamientos, es reproducir ese sistema. Por que no puedo decir lo que quiero, lo que pienso, lo que se me ocurre?, y si lo dijera un hombre?

Es un truco. Nos han enseñado a destrozarnos entre nosotras, a no escucharnos y sobre todo a no
creernos, unas a otras. Por que no puedo elucubrar?, Por que no puedo evidenciar las rupturas epistemológicas de mi propio ser? Porque entonces "se darían cuenta de mis contradicciones"... y?, de que tengo miedo?, de que tenemos miedo?, como podemos avanzar sin análisis, sin tropezones, mandando callar a las demás?

Me da la gana confrontar, me da la gana poner aquí mis pensamientos y mis contradicciones, me da la gana y por eso escribo y para quien le de la gana seguir construyendo su feminismo personal, deconstruyendo la historia que nunca contamos las mujeres; para quien le de la gana escriban un mail a feministaslilas a roba gmail.com y le pasaran las claves para acceder a este FORO PUBLICO de opinión, expresión, contradicción y acción, y que haga y escriba lo que se le de la gana. Y... no me da la gana que escriban machos ni machas aquí.

También me dicen que soy agresiva... que ya no escriba así, y si fuera hombre, dirían que soy directo, emprendedor, claro y conciso. Me dicen que ¨es que algunas mujeres no te van a entender, se van a confundir, no tienen todos los elementos necesarios, van poco a poco, cada una lleva su proceso, no lo puedes acelerar... y etcétera.

Y digo yo: de primera mano conozco a señoras que ni de chiste confundirían el cilantro con el perejil, conozco a muchas otras que hacen un arroz al mismo tiempo que lavan ropa, atienden un niño, escriben un correo y todo lo demás que ya sabemos. Conozco a muchas que entienden de química, física y matemáticas avanzadas al cocinar, sembrar, curar. Quien me da derecho a decir cuanto saben las demás? A pensar que no saben mas que yo?, que no van a entender?, que no tienen los elementos? Tenemos tan interiorizado el proceso de pensamiento de los patriarcas que creemos que podemos calificar y descalificar; que podemos decidir por las demás, que podemos tener el poder, y el privilegio, de decir cual de las compañeras vale más que la otra, cuales de sus opiniones son calificadas y cuales no.

Me da la gana significa ejercer mi derecho a opinar, a gritar quien soy y quien quiero ser. Me da la gana es ejercer y ejercer es cambiar actitudes, pésele a quien le pese.

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